Un paseo por Harajuku
Un paseo por Harajuku, territorio de tendencias de fácil acceso desde el centro de Tokio
El barrio tokiota de Harajuku es un espacio bien curioso. Con acceso rápido desde cualquier punto de la ciudad a través de la línea Yamanote —La línea de la compañía JR de ferrocarril que da una vuelta completa a la urbe—, Harajuku se halla comprimido entre el majestuoso parque Yoyogi, un remanso de paz con templo sintoísta incluido, y el muy animado Shibuya, sus tiendas de cadenas internacionales y sus pasos de cebra múltiples.
Takeshita dori, el callejón que lanzó al mundo la estética cosplay
En Harajuku surgió el movimiento neogótico de las cosplays que luego derivó en la estética anime. Este movimiento social concentraba gente con estética de comic, particularmente chicas, los domingos. Y allí también se halla una calle (Takeshita dori) flanqueada por comercios en los que picar algo. Esa calle, que parece un plató de bocados y tragos a cual más loco, es un verdadero volcán de tendencias. Esas tendencias son gastro pero también visuales y sensoriales. Takeshita dori merece una visita para todo curiosos en gran consumo.
Takeshita dori fue también un trampolín para el gusto por los mochis y los tés con burbujas de mandioca, extendidos ya a todo occidente
Aunque originalmente de Taiwan, la tendencia de los bubble tea consiguió en Harajuku un altavoz que la proyectó al mundo. Lo mismo se puede decir de los mochis (bocaditos de arroz glutinoso y azúcar con un sutil toque aromático) que podrían ser a oriente lo que los macarrons a Europa. Los mochis se han popularizado hasta tal punto que cadenas como Mercadona ya han incorporado la categoría a su surtido. En Harajuku supieron llevar el mochi más allá del sabor a té verde o azuki (alubia japonesa empleada en postres) ampliando a otras opciones de un gusto más global: fresa, limón, coco, maracuyá, mango…
En este paseo por Harajuku (más concretamente por Takeshita dori) nos hemos topado con un abanico de opciones. A la familia de los bubble tea o de los mochi se suman nuevas opciones decididas a sacar partido de las tendencias.
Ejemplos de cosas nuevas que incorporan (o asientan) tendencias globales vistas en nuestro paseo por Harajuku
Ahí vamos con tres ejemplos:
a) El queso se estira y se estira
Tendencia Cheesy: Puede que nada nuevo. En España los tequeños venezolanos arrasan y en Estados Unidos es rara la compañía de comida preparada que no tiene en su surtido un mac & cheese o una poutine (no confundir con Vladimir).
En Japón el queso da un paso más allá y entra en el universo de lo dulce, como relleno 100% tiktokeable de una cobertura crujiente y azucarada con forma de moneda gigante de 100 yenes (ver este vídeo). En ocasiones ese queso que estira y estira mantiene su color blanco pero en otras se tiñe de tonos vivos e incluso de una combinación de los mismos: son las rainbow cheese coins.
El invento permite un juego bien completo, queso fundente a temperatura ambiente rodeado por una oblea crujiente, dulce y bien calentita.
b) Long, longer
Tendencia XXXL: cuanto más grande e impracticable, más espectacular y proyectable en redes sociales. Aquí se combina un juego del que participan tamaño y arquitectura. Así es que en Takeshita dori proliferan los espacios dedicados a un básico como la patata hecha brocheta de hasta metro y medio.
Long, longer. Así la publicitan. Ese interés por los formatos grandes que permiten el juego y el consumo compartido es otra tendencia candente que nos encontramos en nuestro paseo por Harajuku.
c) Pimienta, mostaza y mayonesa made in Japan
Alitas de pollo: Muchos diréis que las alitas de pollo no pueden ser tendencia, que es un básico de cualquier taberna del Madrid más castizo y un recurso frecuente en las mesas de domingo de muchas familias españolas. Bajo la influencia coreana de darle a las alitas el crujiente del panko o pan craker en el rebozado, se suma el añadido de condimentar esas alitas con las salsas más dulces (y pringosas) y los toppings más picantes, dándole al consumidor esa opción de customización que los tiempos exigen.
Aquí entra en juego una pimienta tradicional japonesa (llamada sansho) que, de un modo similar a como ocurre con la vecina pimienta china de Sichuan, aporta un toque cítrico y deliberadamente picante (casi eléctrico) al pollo.
Se incorporan, como condimentos adicionales, dos salsas completamente asumidas en el ideario occidental a las que los japoneses han dado su particular toque. Son la mostaza japonesa (karashi) y la mayonesa japonesa (kewpie), acompañantes tradicionales con los que condimentar esas brochetas hechas a la parrilla llamadas yakitori. El karashi y el kewpie difieren, tal y como se explica en este artículo, considerablemente de la mostaza y la mayonesa de aquí.
Nuevos bocados, nuevas formas de crear espectáculo, más allá de las gyozas o el ramen que, con el potencial que tiene la comida callejera en un país como España, donde el sol calienta a menudo y no son pocas las ferias y festejos, abren caminos para fabricantes y distribuidores.
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